Hoy en día, los agricultores carecen de información sobre las amenazas de la enfermedad, ya que no hay forma de realizar un diagnóstico temprano de las enfermedades potenciales que ya existen en el suelo y el medio ambiente circundante.

 

Sin esta información, la práctica más común es minimizar todas las amenazas, independientemente de si existen, por la aplicación generalizada de plaguicidas químicos de "amplio espectro".

 

Sin embargo, estos métodos no logran eliminar todos los patógenos eficazmente, incrementan los costos de producción y son dañinos para el medio ambiente. Además, los plaguicidas químicos tienen un impacto negativo en la calidad del suelo: reducen la biodiversidad del suelo, que es vital para la producción de rendimientos óptimos.

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Si continúa el statu quo actual, la calidad del suelo disminuirá, la resistencia a las enfermedades y la prevalencia aumentarán, y la productividad de los cultivos caerá, justo cuando es necesario aumentarla para alimentar a la creciente población mundial.